lunes, 7 de junio de 2010

Cumbre del clima de Bali

XIII conferencia internacional del cambio climático (Cumbre Del Clima De Bali)

El 14 de diciembre concluía la Cumbre de Bali sin conseguir un acuerdo de cifras para reducir las emisiones cuando expire el plazo de Kioto. La reunión estuvo marcada por las presiones de los países del norte hacia los países del sur y por la ausencia de voz de los movimientos sociales, que se agolpaban en las puertas de la sede central para pedir “justicia climática”.

Se buscaba una ‘hoja de ruta’ que llevase hacia Kyoto II, pero ninguna cifra que obligue a reducir emisiones. Ése es el balance de la Cumbre de Bali, que se cerró el 14 de diciembre con un pacto que Greenpeace ha calificado como “un tigre sin dientes”. En los folios del acuerdo, a pie de página, se hace una reseña a las reducciones propuestas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC). Científicos del IPCC, reunidos en Valencia el pasado noviembre, proponían la reducción del 20-40% de las emisiones para el 2020. Pero la ONU no ha conseguido convertir en vinculantes sus recomendaciones, principalmente por la presión de Estados Unidos que firmó el pacto a cambio de no fijar cifras de reducciones.
La red de colectivos que acudió a Bali para reclamar en las puertas de la cumbre una “justicia climática” tiene aún más cosas que objetar. Para la Plataforma “Climate Justice Now!”, en la cumbre se han planteado “falsas soluciones” que no incluyen la reducción del consumo, las transferencias económicas del norte al sur para pagar los costes de adaptación o la inversión en energías renovables países.
Por otro lado, las presiones sobre los países del sur, especialmente India y China, para que frenen sus emisiones han permitido a los países ricos olvidarse de fijar sus propias obligaciones, ocupados en ejercer “un control injustificable” sobre ellos. “De nuevo, se está obligando a la mayoría del mundo a pagar por los excesos de la minoría”, apuntaba la Plataforma Climate Justice Now!

Además de presión, los países empobrecidos recibieron consejos para “contaminar menos” sin frenar la producción.

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